jueves, 23 de octubre de 2014

Cantar del Agua















Cielo que te abres entre nubes,
mar que te entregas bajo las olas,
tierra que te balanceas sobre
las olas de fuego de mar ignota.
Cierro los ojos, y sigo viendo.
Grito, y el sonido no llega al viento

Quiero emanar de la roca helada
y serpentear y correr entre rocas rotas
y romperme en las tinieblas doradas
y renacer a la luz espumada...
Quiero yacer fluyendo hierática
y morir en la verde negrura salada.

Quiero serpentear desde los mares
y ondear en las espirales tumultosas
y destrozar como rizo gris,
y acariciar como invisible ánima...
Quiero aullar en las ventanas
y morir en la negrura algodonada.

Quiero precipitarme desde las nubes
y caer en un llanto de recién nacido
y fluir entre las rocas,
y acariciar las mejillas de algún niño...
Quiero adentrarme en la tierra
y morir en las profundidades cavernosas.

Gota a gota, milenio a milenio,
lloro desde la piedra a la piedra
y me formo de nuevo.

Cuando se hace en la cueva
la luz, el hierro y el daño, se
descubre una cariátide retorcida.

Me estiro del techo al suelo,
cadencia de gotas caen
en las sombras, melancólicas...
de mis cabellos a mis hombros,
de mi frente a mis ojos hinchados,
de mi nariz a los labios rictuosos.
Caen de la barbilla caída
al pecho hundido,
desde las puntas de los dedos.
Fluyen por el canal entre los pechos,
surcan el pubis yerto,
serpentean de las caderas a los pies.

Mujer de roca,
me contorsiono amargamente,
llorando eternas gotas
de lluvia y minerales,
con una eterna expresión
de lejanía en la mirada,
de dolor en la boca.






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