El silencio cubre la distancia
que a la niebla acompaña;
en una mezcla de frío,
olvido, olivos, y rocío silencioso.
Cuando el húmedo gris
cubre ésta verde tierra,
en un beso brevemente prolongado
de los príncipes de dos reinos enfrentados.
Desdichados, cuando el uno va, el otro viene;
es en ese cruce fortuito
cuando se miran a los ojos,
con pena y alegría,
esperanza y desconsuelo.
Aférranse inútilmente el uno al otro,
pero sin más remedio que irse.
Lamentándose, dos corazones rotos,
provocando las lágrimas del alba,
que caen sobre el regazo de las flores.
-Ana.
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