De entre esos labios rojos se escapa un humo hecho de frío y tabaco.
La marca de carmín en el cigarro se tuerce como su boca disgustada
cuando aplasta la colilla contra la madera del escritorio, importándole poco o nada.
La sombra bajo sus ojos tiene más caras que ella misma;
una de cansancio, otra de aburrimiento;
otra de maquillaje corrido;
otra cara de desencanto,
y otra de que le importa una mierda
el cánon de perfección estética establecido.
En sus pestañas cuelgan gotas negras,
y sus ojos arden con la clase de ira
que evapora las lágrimas huecas.
Mirar sus ojos es apenas vislumbrar
la entrada de un callejón profundo, oscuro y sin salida.
Mirar sus ojos es ahondar en su iris de laurisilva
y darte cuenta de que las apariencias engañan.
De que a solas es cuando esa mujer es ella misma;
un lago helado y profundo donde la vida intenta subsistir.
Una lucha constante contra sí misma.
Un odio al mundo, al que culpa de impedirle vivir.
Un odio a sí misma, porque sabe que es ella la que no se deja ser feliz.
Le divierte especialmente quemar cosas
porque el fuego es algo indómito
y ella quiere ser así.
Se lleva la copa de scotch a los labios para darle el último trago.
La marca de carmín en el cigarro se tuerce como su boca disgustada
cuando aplasta la colilla contra la madera del escritorio, importándole poco o nada.
La sombra bajo sus ojos tiene más caras que ella misma;
una de cansancio, otra de aburrimiento;
otra de maquillaje corrido;
otra cara de desencanto,
y otra de que le importa una mierda
el cánon de perfección estética establecido.
En sus pestañas cuelgan gotas negras,
y sus ojos arden con la clase de ira
que evapora las lágrimas huecas.
Mirar sus ojos es apenas vislumbrar
la entrada de un callejón profundo, oscuro y sin salida.
Mirar sus ojos es ahondar en su iris de laurisilva
y darte cuenta de que las apariencias engañan.
De que a solas es cuando esa mujer es ella misma;
un lago helado y profundo donde la vida intenta subsistir.
Una lucha constante contra sí misma.
Un odio al mundo, al que culpa de impedirle vivir.
Un odio a sí misma, porque sabe que es ella la que no se deja ser feliz.
Le divierte especialmente quemar cosas
porque el fuego es algo indómito
y ella quiere ser así.
Se lleva la copa de scotch a los labios para darle el último trago.
Retira sus piernas del escritorio y se levanta.
Mira con tristeza a través de la ventana, y siente frío.
Mira con tristeza a través de la ventana, y siente frío.
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