lunes, 1 de junio de 2015

Inteligencia

Me ha dado la vena verdiazul de conocerme a mí misma, de saber si soy inteligente, en qué campo, etc. Me encontré por ahí la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, y la he aplicado a mi cabeza.

Inteligencia lógica-matemática. En mí deja mucho que desear; se veía venir desde primaria, cuando mientras aprendía a restar me daban números negativos. Por tanto; soy nula en cuanto al cálculo matemático, me pierdo en el intento de buscar explicación al funcionamiento de las cosas, no me gustan las matemáticas, mi pensamiento es vital e irracionalista más que conceptual y abstracto, y, dados mis tropiezos existenciales, tengo un escaso sentido de causa y efecto. ¡Viva el irracionalismo y el caos! Pero qué bizca me quedo cuando veo los apuntes de los compañeros de Ciencias.

Inteligencia lingüística. Ya nos acercamos más a mi terreno. Al fin y al cabo, ser (o haber sido) un ratón de biblioteca tiene sus ventajas; facilidad para la lectura, la escritura y la palabra en general; buen vocabulario, buena ortografía. En todo caso fallo en la buena memoria. Desde hace dos semanas hacia atrás tengo lagunas de puro despiste. (¿Alzheimer incipiente?)
Además, las Letras son tan bonitas... Exprimir textos cual limón en colador, regodearme con el sabor que deja el pensamiento del escritor... Descubrir las finas hebras que conforman el tapiz, captar cada idea; citar, analizar, argumentar, aplicar y comparar con otras obras, pensamientos, ideas, corrientes culturales... Más bonitas no pueden ser las palabras, aunque insuficientes para expresar las convulsiones del alma (los conceptos, según Nietzsche, son inútiles para captar la realidad en su devenir).

 Inteligencia corporal cinestésica. Soy una tortuga. En tierra me desplomo a cada paso, y en agua nado como una sirena de ojos acuosos. Los deportes de equipo siempre se me han dado mal. Soy bipolar; tranquila e inquieta a ratos. Tengo cosas mejores que hacer que ponerme a imitar los gestos de nadie, así que eso se lo dejo a Tom Ripley. No desmonto cosas porque luego no sé cómo montarlas de nuevo. No puedo estarme quieta mucho rato (reflejo de la inquietud y del caos mental). Soy un libro abierto en mis emociones. En cuanto a juegos táctiles, siempre seré una manca con el mando de una Play. Soy un imán para los balones de fútbol, y no sé cómo darles sin caerme o pegar a alguien.

Inteligencia musical. Me paso el día cantando, tarareando y tamborileando. En un examen me puse inconscientemente a silbar la melodía de Piratas del Caribe. Siento amor por la música clásica y la música caótica y melodiosa. No tolero la gran mayoría de las aberraciones de la música actual. Sé tocar la guitarra; dejé de ir a clases porque me obligaban a ir, y me gusta hacer lo que me da la gana cuando me da la gana y porque me da la gana. Me gusta el sonido del viento y de la lluvia.

Inteligencia espacial. Puedo pasarme el día soñando despierta y crear mundos paralelos -mejor construidos que los edificios de la burbuja inmobiliaria- en mi cabeza. Rara vez cojo un mapa porque me gusta perderme, pero sé encontrarme con ellos. No se me da mal dibujar y me gusta lo visual, pero prefiero la lectura antes que las imágenes.

Inteligencia interpersonal. No soy especialmente sociable, me repelen las multitudes y no tengo dotes de liderazgo; soy la renegada de turno. Sin embargo, soy muy empática, tengo sentido común y me gusta ayudar a la gente, aunque no buscan mi compañía ni pertenezco a un grupo de amistades fiable o estable.

Inteligencia intrapersonal. Soy extremadamente independiente y voy a mi bola en todo lo que hago. Soy realista (creo, juzga por tí mismo) en cuanto a mis defectos y virtudes. Siempre, siempre, siempre, he trabajado mejor sola, y me siento más cómoda así. Tengo gustos e intereses excéntricos que son muy míos, y tengo una autodisciplina bastante aceptable. Me conozco a mí misma, o al menos lo intento; quiero alcanzar un autoconocimiento e introspección supremos aunque sé que es imposible debido al devenir. Aprendo de mis errores, pero los vuelvo a cometer porque soy masoquista y defiendo el "que sea lo que tenga que ser". Sufro de exceso de amor propio.

Inteligencia naturalista. Me gusta la naturaleza dentro de mi flow contemplativo, no en el ámbito científico de investigar esquejes y destripar gallinas para observar su páncreas. Me fascina, sin embargo, el análisis psicológico y neurológico. Soy consciente de que yo soy tan animal como esa gallina que el biólogo ha destripado. Conozco mi lugar en el mundo y la naturaleza; formo parte de ello, así de simple. Puedo vivir en la ignorancia, sin saber qué conforma las células, pero sabiendo que yo soy otra célula -cancerígena- más en este organismo llamado sociedad, en este mundo. Sé que soy insignificante. Y por eso me gustan los hippies.

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