Ana
Moreno Ayala, del
Grado en Literaturas
Comparadas
Para la asignatura Retórica y sus aplicaciones
Usted entenderá mejor que yo o cualquier estudiante el papel de las Humanidades en la actualidad. Sin embargo, haré como pueda para exponer el problema, aunque se trata de un hecho a primera vista inabarcable.
El panorama de las Letras a día de hoy, más bien de decadencia, es un asunto peliagudo que tiene que ver, en su retroceso, con la actual concepción científica del mundo, con la balanza entre avance y tradición, y con los intereses políticos y económicos. Sólo puedo llegar a conclusiones firmes en los asuntos más banales, más directos y concernientes al día a día, como son los continuos baches a las Letras en la Educación, a manos de nuestros queridos políticos, que además de inconscientes, son unos campeones.
Punto a punto argumentaré respecto a cada uno de estos asuntos.
Pongamos que Prometeo robó el fuego a los dioses, y el ser humano dio buena cuenta de su favor durante muchos siglos. Sin embargo, al encontrar un sustituto para el fuego, la electricidad, el primero ha quedado relegado a la destrucción de pulmones y al mero adorno superfluo.
Algo así podríamos decir de las Humanidades. Históricamente, la forma de entender el mundo ha sido una conjunción de metodologías y teorías que se fusionaban en lo que hoy diferenciamos entre Ciencias y Humanidades. Poco a poco se fueron separando hasta llegar al abismo teórico, metodológico y temático que existe hoy entre estas dos grandes ramas, las cuales en principio no tienen por qué llevarse mal. Pero, cómo no, todo es competitividad en esta vida.
Ante el hallazgo de una Ciencia racional, lógica y materialista, más asidua a la mentalidad occidental y capitalista, ésta ha acaparado el estudio de la Verdad, quedando las Humanidades como un adorno arcaico, empleado por unos pocos como el fuego del que hablábamos antes; un encendedor para podrir nuestros pulmones, sentir el “subidón”, alcanzar una comprensión más abstracta y subjetiva del mundo. Y por eso nos miran raro; no en vano somos la Facultad con mayor índice de tabaquismo (y demás) de toda Granada.
Hoy en día las Humanidades han sido cada vez más relegadas al ámbito “inútil”, artístico, e incluso dentro de lo artístico se nos han ido de las manos. Luis Racionero afirma: “El Arte ha caído bajo el tinglado del dinero”. Esto se debe a la mentalidad utilitaria, racional, que se basa en la Ciencia para levantar castillos de oro.
Habría que reflexionar también sobre el papel de la Ciencia en todo esto, ya que ha pasado de ser una búsqueda desinteresada de conocimiento a ser un mecanismo más para llenar el bolsillo de unos pocos. Opino, a diferencia de la mayoría de mis compañeros de Letras, que las Ciencias no son el “enemigo” de las Humanidades, sino un engranaje más del sistema que sí resulta útil y por tanto es prolífico y está en auge. Las Letras y Artes, al no ser materiales, productivas, carecen de interés para los inversores. Se acabaron los mecenas, a no ser que cierto Arte les convenga. Ya no hay Arte por el Arte; los tiempos han cambiado junto a la mentalidad colectiva, aunque cuando sí había Arte por el Arte, tampoco es que tuviera un fin especialmente profundo. Estamos abocados a la extinción, a no ser que se den cuenta de que las Humanidades van más allá de la belleza per se. A no ser que se colectivice el interés por la introspección, por la subjetividad, en lugar del habitual interés por la observación minuciosa del ombligo de cada cual. Cuánto daño ha hecho la razón.
El problema, en realidad, es que, al menos en Occidente, no se ha sabido equilibrar la balanza entre razón y subjetividad. Somos demasiado materialistas, utilitarios, lógicos, superficiales. No nos interesa nada más allá del bienestar material individual; es algo muy arraigado.
Han habido etapas de cierto abrazo a lo irracional; como en el Romanticismo o en la Grecia Arcaica en ciertos aspectos; pero sólo han sido niños ricos frustrados por un contexto social asfixiante.
Para la asignatura Retórica y sus aplicaciones
Usted entenderá mejor que yo o cualquier estudiante el papel de las Humanidades en la actualidad. Sin embargo, haré como pueda para exponer el problema, aunque se trata de un hecho a primera vista inabarcable.
El panorama de las Letras a día de hoy, más bien de decadencia, es un asunto peliagudo que tiene que ver, en su retroceso, con la actual concepción científica del mundo, con la balanza entre avance y tradición, y con los intereses políticos y económicos. Sólo puedo llegar a conclusiones firmes en los asuntos más banales, más directos y concernientes al día a día, como son los continuos baches a las Letras en la Educación, a manos de nuestros queridos políticos, que además de inconscientes, son unos campeones.
Punto a punto argumentaré respecto a cada uno de estos asuntos.
Pongamos que Prometeo robó el fuego a los dioses, y el ser humano dio buena cuenta de su favor durante muchos siglos. Sin embargo, al encontrar un sustituto para el fuego, la electricidad, el primero ha quedado relegado a la destrucción de pulmones y al mero adorno superfluo.
Algo así podríamos decir de las Humanidades. Históricamente, la forma de entender el mundo ha sido una conjunción de metodologías y teorías que se fusionaban en lo que hoy diferenciamos entre Ciencias y Humanidades. Poco a poco se fueron separando hasta llegar al abismo teórico, metodológico y temático que existe hoy entre estas dos grandes ramas, las cuales en principio no tienen por qué llevarse mal. Pero, cómo no, todo es competitividad en esta vida.
Ante el hallazgo de una Ciencia racional, lógica y materialista, más asidua a la mentalidad occidental y capitalista, ésta ha acaparado el estudio de la Verdad, quedando las Humanidades como un adorno arcaico, empleado por unos pocos como el fuego del que hablábamos antes; un encendedor para podrir nuestros pulmones, sentir el “subidón”, alcanzar una comprensión más abstracta y subjetiva del mundo. Y por eso nos miran raro; no en vano somos la Facultad con mayor índice de tabaquismo (y demás) de toda Granada.
Hoy en día las Humanidades han sido cada vez más relegadas al ámbito “inútil”, artístico, e incluso dentro de lo artístico se nos han ido de las manos. Luis Racionero afirma: “El Arte ha caído bajo el tinglado del dinero”. Esto se debe a la mentalidad utilitaria, racional, que se basa en la Ciencia para levantar castillos de oro.
Habría que reflexionar también sobre el papel de la Ciencia en todo esto, ya que ha pasado de ser una búsqueda desinteresada de conocimiento a ser un mecanismo más para llenar el bolsillo de unos pocos. Opino, a diferencia de la mayoría de mis compañeros de Letras, que las Ciencias no son el “enemigo” de las Humanidades, sino un engranaje más del sistema que sí resulta útil y por tanto es prolífico y está en auge. Las Letras y Artes, al no ser materiales, productivas, carecen de interés para los inversores. Se acabaron los mecenas, a no ser que cierto Arte les convenga. Ya no hay Arte por el Arte; los tiempos han cambiado junto a la mentalidad colectiva, aunque cuando sí había Arte por el Arte, tampoco es que tuviera un fin especialmente profundo. Estamos abocados a la extinción, a no ser que se den cuenta de que las Humanidades van más allá de la belleza per se. A no ser que se colectivice el interés por la introspección, por la subjetividad, en lugar del habitual interés por la observación minuciosa del ombligo de cada cual. Cuánto daño ha hecho la razón.
El problema, en realidad, es que, al menos en Occidente, no se ha sabido equilibrar la balanza entre razón y subjetividad. Somos demasiado materialistas, utilitarios, lógicos, superficiales. No nos interesa nada más allá del bienestar material individual; es algo muy arraigado.
Han habido etapas de cierto abrazo a lo irracional; como en el Romanticismo o en la Grecia Arcaica en ciertos aspectos; pero sólo han sido niños ricos frustrados por un contexto social asfixiante.
Es
necesario un cambio de mentalidad que permita un renacimiento de las
Humanidades. Porque, por mucho que se empeñen, la Ciencia por sí
sola no basta para comprender al ser humano. La Psicología va dando
bandazos. No se puede pretender comprender la psique humana, en gran
parte animal, con mecanismos racionales. La gana, el instinto, son
muy importantes, y los reprimimos constantemente a causa del deber.
No puede ser sano.
Las Humanidades cumplen un papel fundamental en el estudio del propio yo, y del yo colectivo. Podemos llegar con ellas a verdades humanas, si bien desde una perspectiva siempre histórica, relativa, ambigua y yuxtapuesta. En su ambigüedad está lo realmente interesante, lo realmente esencial; el carácter histórico y relativo de la humanidad al completo, que la Ciencia no podría aspirar a abarcar en su eterna manía esquematizadora y lógica. A ver si el mundo se entera de que no todo es comprensible por la razón, cojones.
En el contexto de un mundo capitalizado, lógico y utilitario, las Humanidades se ven constantemente coartadas por la política, con las consecuencias directas de que cada vez se reduce más el número de asignaturas de Letras y Artes en las aulas públicas (recordemos que ya no habrá más Filosofía en los institutos); cada vez se ajusta más el presupuesto destinado a los bachilleratos de Artes y Letras, cada vez está peor visto que estudiemos Humanidades. Se ve inconcebible que una persona con un 14 en Selectividad entre en una carrera de Letras, porque es perder el tiempo, no es útil ni se va a ganar la vida con ello. Cada vez nos perjudican más porque el dinero lo dan las Ciencias, no las Humanidades, que son una mera distracción.
Y así estamos, en declive, mientras se da el apogeo de la Literatura basura, la Música basura, y el Arte basura. La Mierda de Artista de Piero Manzoni tiene cada vez mayor sentido. Es triste ver que el único arte que triunfa es el que vende, y no el bueno. Y el capitalismo así crece y crece, a base de devorarse a sí mismo.
Racionero habla asimismo, en su obra Filosofías del Underground, sobre la dictadura de la Ciencia y del análisis deductivo en contraposición al saber intuitivo y sensitivo. Ya venía diciendo Nietzsche la importancia del instinto socialmente reprimido. Ya lo sistematizaba Freud con su Psicoanálisis. Ya Leopoldo María Panero reivindicaba la oscuridad de su malditismo, la reafirmación de su instinto, jugando con el tabú social.
Pero siempre ocurre lo mismo; se teoriza, pero no se lleva a cabo, porque la irracionalidad está mal vista socialmente, se acusa de locura. Y abrazamos caballos, nos encierran en psiquiátricos y no nos entienden, porque para la lógica no somos comprensibles.
No pretendo que piense que estoy denigrando la Razón y la Ciencia para sustituirlas por la irracionalidad y las Humanidades. Lo que apoyo es una conciliación entre las dos para llegar a una cosmovisión más amplia y certera. No está bien identificar las Humanidades con la tradición y las Ciencias con el progreso. Ambas deben colaborar para llegar a una comprensión del mundo y de lo humano, desde ambas perspectivas. Para ello deberían abandonar los intereses político-económicos de siempre, que no hacen más que perjudicar el amor al saber. El bolsillo y el estómago deberían estar a una buena distancia de la mente y el corazón.
A los pocos que aún tenemos un par de dedos de frente se nos asigna el deber moral de intentar restablecer la dignidad de las Humanidades... Si nos dejan, claro.
Las Humanidades cumplen un papel fundamental en el estudio del propio yo, y del yo colectivo. Podemos llegar con ellas a verdades humanas, si bien desde una perspectiva siempre histórica, relativa, ambigua y yuxtapuesta. En su ambigüedad está lo realmente interesante, lo realmente esencial; el carácter histórico y relativo de la humanidad al completo, que la Ciencia no podría aspirar a abarcar en su eterna manía esquematizadora y lógica. A ver si el mundo se entera de que no todo es comprensible por la razón, cojones.
En el contexto de un mundo capitalizado, lógico y utilitario, las Humanidades se ven constantemente coartadas por la política, con las consecuencias directas de que cada vez se reduce más el número de asignaturas de Letras y Artes en las aulas públicas (recordemos que ya no habrá más Filosofía en los institutos); cada vez se ajusta más el presupuesto destinado a los bachilleratos de Artes y Letras, cada vez está peor visto que estudiemos Humanidades. Se ve inconcebible que una persona con un 14 en Selectividad entre en una carrera de Letras, porque es perder el tiempo, no es útil ni se va a ganar la vida con ello. Cada vez nos perjudican más porque el dinero lo dan las Ciencias, no las Humanidades, que son una mera distracción.
Y así estamos, en declive, mientras se da el apogeo de la Literatura basura, la Música basura, y el Arte basura. La Mierda de Artista de Piero Manzoni tiene cada vez mayor sentido. Es triste ver que el único arte que triunfa es el que vende, y no el bueno. Y el capitalismo así crece y crece, a base de devorarse a sí mismo.
Racionero habla asimismo, en su obra Filosofías del Underground, sobre la dictadura de la Ciencia y del análisis deductivo en contraposición al saber intuitivo y sensitivo. Ya venía diciendo Nietzsche la importancia del instinto socialmente reprimido. Ya lo sistematizaba Freud con su Psicoanálisis. Ya Leopoldo María Panero reivindicaba la oscuridad de su malditismo, la reafirmación de su instinto, jugando con el tabú social.
Pero siempre ocurre lo mismo; se teoriza, pero no se lleva a cabo, porque la irracionalidad está mal vista socialmente, se acusa de locura. Y abrazamos caballos, nos encierran en psiquiátricos y no nos entienden, porque para la lógica no somos comprensibles.
No pretendo que piense que estoy denigrando la Razón y la Ciencia para sustituirlas por la irracionalidad y las Humanidades. Lo que apoyo es una conciliación entre las dos para llegar a una cosmovisión más amplia y certera. No está bien identificar las Humanidades con la tradición y las Ciencias con el progreso. Ambas deben colaborar para llegar a una comprensión del mundo y de lo humano, desde ambas perspectivas. Para ello deberían abandonar los intereses político-económicos de siempre, que no hacen más que perjudicar el amor al saber. El bolsillo y el estómago deberían estar a una buena distancia de la mente y el corazón.
A los pocos que aún tenemos un par de dedos de frente se nos asigna el deber moral de intentar restablecer la dignidad de las Humanidades... Si nos dejan, claro.
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