jueves, 5 de febrero de 2015

Leyendo un diccionario

-¿Y sabes qué es triste?
-¿Mm?
-Que occidens es el participio de presente del verdo occido, el cual puede significar o bien "caer al suelo, sucumbir, morir, estar perdido" o bien "cortar, desmenuzar, herir, matar, causar la muerte, la perdición, importunar".
-¿Y?
-Que las palabras tienen raíz. Que si vivimos en Occidente no creo que ese nombre sea casualidad. De hecho, son muchas de las cualidades del pueblo occidental.
-¿Quieres decir entonces que somos el pueblo de los matadores?
-Y también de los "mataos"; está en participio.
-De los caídos, de los sucumbidos, de los perdidos, de los muertos, de los cortados, de los desmenuzados, los heridos, los asesinos, los causantes de la muerte o la perdición...
-Sí, así de guays somos los occidentales. En las guerras que nosotros mismos provocamos caímos, sucumbimos, morimos, nos perdimos. Centenares de veces nos hemos desmenuzado en Estados sin nación o con nación inventada. Somos un pueblo herido pero también asesino, que con tanto colonialismo y neocolonialismo, provoca la muerte y la perdición de sí mismo y de pueblos que no son tan destructivos.
-Increíble lo que aprendes leyendo un diccionario.


sábado, 31 de enero de 2015

Esterilidad II

¿Borbotones, salen a borbotones?
No, son solo burbujas que marchitan antes de florecer. Es todo muy divertido porque el mundo me viola y tengo todas las cartas para tener decenas de quintillizos, y sin embargo mi útero está reseco.
Mi mente vaga y gira y da vueltas, tantas vueltas que marea y confunde, pero ahí se queda. Estoy exhausta, atosigada por tanta mierda. Las ideas apenas burbujean y se van, y vienen otras y luego vuelven, pero este éxtasis mental no llega a mis manos. Necesito soltarlo. Necesito parir, vomitar de una puta vez. ¿El amor, qué es el amor? Un rayo de luna.

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Fran, es más fácil mentir que decir la verdad, compréndelo. Cuando hablamos (de año en año) finjo ser un esperpento de "my little poney" porque es más facil que admitir que estoy rota en muchos sentidos. Soy una cebolla de muchas capas, y lloro porque mi propio jugo me escuece los ojos. Te conté solo mis problemas superficiales, académicos, intentado amenizarlos. Luego están mis problemas mentales, que son peores. Te cuento aunque no me leas:

Me evado en la gilipollez, en la alegría superficial, en gastar dinero como una subnormal, en perder las tardes enteras como un mono sapiens delante del ordenador. Me he obsesionado con el maquillaje y los potingues para distraer mi cabeza de la paranoia que tengo encima. De vez en cuando también me emborracho porque es otra estúpida forma de evadirme.

En los estudios me va mal. Apruebo 9 de 10, sin contar las pendientes; entonces serían 10 de 12. Con latín hago lo que puedo, con griego me he rendido, que sea lo que la profesora quiera. Es una gran pollada tener que aprobar griego sin haberlo dado nunca, la verdad. Se debe a esta piltrafa burocrática de sistema educativo.
Todos los profesores me dicen lo mismo: que administre el tiempo, porque en los exámenes nunca me da tiempo a hacerlo todo. Es verdad, pero no sé como solucionarlo. Literatura universal es mi asignatura favorita y no llego al 8 por aquello del tiempo. Me da mucha rabia entender mejor que muchos compañeros la filosofía, la literatura, el latín, la historia, todo, y luego sacar notas de mierda debido a asuntos que se escapan a mi voluntad: mi lentitud y mi escasa capacidad memorística. Mis notas no son justas respecto a mi entendimiento. Otros alumnos tragan y vomitan en los exámenes para olvidar. Yo absorbo, comprendo y cuento a mi manera; luego mantengo esos conocimientos para aplicarlos a ámbitos inconexos. No soy una impresora con escáner. Estoy muy desilusionada con los estudios. No soy capaz de sacar más de un 7 o un 8. En el primer examen de lectura de lengua (El Árbol de la Ciencia) saqué un 9'9. En el examen de Los Girasoles Ciegos he sacado un 4'7 por eso del tiempo. Como Carlos Alegría, me estoy rindiendo poco a poco, aunque en un contexto mucho más ridículo. Estoy muy segura de que cualquier psiquiatra interesado en mi caso se daría cuenta de que tengo una enfermedad mental nueva: el hiperbolismo, cuyo síntoma más notorio es hacer montañas a partir de granos de arena.
Por cierto, si ya estaba mal de la cabeza, El Árbol de la Ciencia ha emparanoyado mi vida y se ha convertido en uno de mis libros favoritos. Pío Baroja tiene un escalofriante parecido mental conmigo.

Estoy desilusionada de la vida, de la sociedad, de la muerte, del amor, de la inspiración.
¿Por qué? Bueno, está todo muy entrelazado. Estoy desilusionada de la vida porque depende de forma excesiva de la sociedad, que me desagrada. Estoy desilusionada de la sociedad porque es el reflejo de la política (entiéndase política como sinónimo de pantomima, ridiculez, egoísmo e hipocresía), porque la gente es dogmática en grado sumo, porque tienen miedo al cambio, porque prefieren el árbol de la vida al árbol de la ciencia, porque están robotizados por la tradición y por lo establecido y son felices así; no se dan cuenta o les da igual. Me da mucho coraje lo establecido, las normas sociales y los lazos afectivos obligados. Y como persona que soy, estoy ligada por esos lazos a la sociedad establecida, que determina mi vida. Me angustia mucho esta realidad.
También estoy desilusionada de la muerte, o más bien de la concepción de muerte que socialmente se ha establecido (lazos, lazos). Creo que ya has leído lo que pienso de este tema; no le tengo miedo a la muerte en sí, sino a lo que pueda ocurrir a los demás cuando muera, y no poder hacer nada. Pero imagino que para entonces me dará igual porque estaré en la negra inconsciencia eterna y por fin dejaré de pensar. Aunque mientras tanto me emparanoye por lo que pueda dejar atrás.
Todavía con el tema de la muerte, está el asunto de mi cuerpo. No quiero que me entierren porque para vivir en una caja, toda mi vida he vivido (y probablemente viviré) en la caja social. No sé si quiero que me incineren porque la ceniza no vuelve al ciclo. Me parece mejor que tiren mi cadáver al campo y que me devoren los bichos. Eso sí que sería fundirme con la naturaleza, como los del Romanticismo. También está la posibilidad de auto-donarme a la ciencia; que los estudiantes de medicina jueguen con mis riñones y esas cosas. Sería algo útil para la sociedad, aunque la deteste como buena misántropa (...cada vez más).
Estoy desilusionada del amor porque se agota, porque más que "querer" se convierte en "deber", y ataduras, y lazos, y esposas. Y cuando te quieres dar cuenta, lo que empezó con una mirada chispeante y un beso ha acabado con tener que ir a ver a sus padres cada x tiempo, porque terminar supondría romper muchos lazos afectivos, cambiar de rutina, cambiarlo todo. Y el ser humano, como ya he dicho, desconfía del cambio; yo incluida. Además, el amor es una convención social para tener sexo sin escandalizar al resto, y como ya he dicho, desconfío de la sociedad. Aunque sigue siendo, a primera instancia, un sentimiento inigualable; lo más hermoso que se ha podido inventar.

La inspiración es una de mis espinas más hondamente clavadas. Se ha ido, se ha esfumado. Estoy tan mentalmente saturada que no consigo escribir nada productivo excepto alguna cosa esporádica y de sabor amargo que no me libera. El verso ya no me satisface, es demasiada preocupación por la forma y cada vez me convenzo más de que el contenido es lo único importante. Por eso me he inventado un nuevo estilo literario y es este, que también escribe Juan José Millás en sus columnas: el estilo que nos da la gana. ¿Prosa poética? No sé, no creo porque al menos los míos no tienen ritmo ni nada, y tampoco pretenden crear belleza... Es prosa, insulto, blasfemo, hablo en metáfora, me lío a alegorías, de vez en cuando rimo, si me apetece hablo en verso. Así que eso; cuando escribo, si es que escribo y no se queda en un gesto del lápiz sobre el papel, hago lo que me da la gana.
Es un suplicio bullir de excitación cerebral y no escribir nada. Y es que no lo consigo, no puedo, hay unas piedras acumuladas en el torrente de mi cabeza, impidiendo el paso del agua. No sé qué me pasa, me angustia muchísimo. Me siento estéril. No tienes ni idea de cuántos abortos literarios estoy viviendo. Y todos quedan en una palabra vana, o simplemente en el pensamiento. Yo tenía hijos de papel y tinta, ¿sabes? Pero ahora tengo ideas en ebullición mental y no consigo escribir, hay veces que ni me apetece, siquiera. El mundo me viola, y me viola, y me viola; y nuestros hijos ni siquiera llegan a cigoto. Tengo el papel, tengo la tinta, pero no puedo unirlas. Mi inspiración uterina está muerta y tengo miedo. Yo quería vivir de eso, pero ahora no sé qué hacer con mi vida. ¿Ves? Estoy desilusionada de la vida.
No escribo y a veces tengo ganas de morirme. Mi novio dice que no es verdad que quiera morirme y le digo que tiene razón, que es una media verdad. Que estoy medio muerta, que vivo una media vida de medios valles, de medios ríos, de medias lunas, de medias tintas. Que él es mi medio amor. Y le duele. Y me duele.






Esterilidad I

-¿Estás bien?
-No, o sí, no sé. Estoy borracha y un mundo de bolsos se desmorona a mi alrededor.
-¿Con quién estás?
-Sola, como siempre. Odio el mundo. No digas lol. Lol es una zorra presuntuosa.
-¿Dónde estás, en casa? Espero que estés bien.
-Estoy en casa. Si no, no tendría wifi, idiota.
-Bueno... es verdad. Pero podrías haber usado el wifi de algún bar. Quédate ahí, ¿vale?
-Meh.
-¿Puedes venir mañana a mi casa?
-No.
-No quiero que estés sola estando así.
-Quiero estar sola.
-...Vale.
-He bebido seis jarras y puedo escribir. Dame un premio. Me emborraché fuera y volví a casa. Llovía, como en Werther.
-Me tienes preocupado.
-¿Por qué? No tengo pistola para suicidarme. Werther no se emborrachaba, él ya estaba colgado por genética. Me he comprado dos vaqueros, unas converse, una paleta y un champú.
-Si no vendiste las cosas, ¿cómo compraste eso?
-Mi madre me dio dinero. Yo quería comprar otras cosas con el dinero que ganara. Bueno, no... Quería soñar que lo gastaba y guardarlo. Soy idiota.
-No, no lo eres. Entonces los dos somos idiotas.
-Sí lo soy. Gasto lo que no tengo en tonterías. Debería gastar en tinta y papel lo que ganara pariendo hijos de papel y tinta. Pero soy estéril... Tengo papel y tinta pero no se unen.
-¿Qué quieres que haga? Quiero abrazarte y decirte que todo está y estará bien.
-Pero eso sería una mentira.
-Solo sería mentira si crees que lo es. Tú misma puedes mejorarlo.
-Pero soy estéril, se me ha olvidado parir.
-¿Qué quieres decir con "estéril"?
-Que no puedo escribir. He abortado mucho.
-Solo tienes un bloqueo de escritor, espera a la inspiración y volverá.
-Me ahogo. ¿Y si lo pierdo? He perdido a muchos ya. Ya ni siquiera llegan a cigotos. ¿Y si me olvido? ¿Y si se acaba? ¿Y si me conformo a ser normal?
-Ana, estás borracha, te estás yendo. No puedo hablarte cuando estás así.
-Estoy diciendo lo que siempre pienso pero nunca digo porque no quiero que nadie piense que estoy loca.
-No estás loca. Solo piensas cosas que no son verdad.
-Me dicen que qué tal estoy y miento. Cuento fruslerías. Mi verdad es que no escribo y quiero morirme.
-No, no quieres.
-Tienes razón. Es una media verdad. Y por tanto estoy medio muerta, y vivo una media vida de medios valles y medios ríos y media luna... Adiós, medio amor.
-...
-Lo siento. Gracias.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Lluvia, Catedrales, Calumnias y Preguntas Retóricas

Llueve el cristal bajo las gotas de luna,
plata lunar golpeando vidrio negro celestial;
llueven estrellas de parsimonia acrecentadas
por mi mente de buceadora espectral.

Espejo de misterio ancestral, en su marco dice
que le den cuerda al sol, que se ha fundido*
y cada gota en el cristal se posa también
en los dos rosetones de esta catedral a medio construir.

No terminó de construirse por pequeña y  ruinosa;
porque en vez de gris incienso llueven flores de lavanda,
porque en sus muros deshojan y trepan las rosas.
Columnas. Dispares, raquíticas, colosales, decoradas
con relieves de enredaderas, miradas vacías, soles,
rostros hermosos, canciones, rostros bestiales,
fórmulas, respuestas, preguntas, dudas, reflexiones.
Son columnas de opinión en las que todo cabe.
Son columnas de saber a medio esculpir.

La pila bautismal es una roca helada
de la que mana el Duero gota a gota,
y se derrama por la piedra fría del suelo,
escurriéndose por las grietas,
huyendo hacia la luz, a través de las ruinas,
al aire, al sol, al mundo, esperanza fría,
necesaria y lógica.

El techo se conserva a fragmentos; sobre el ara
la bóveda es hogar de cuervos luminosos
que iluminan con destellos a dos manzanos
nudosos, que tras años han derruido el altar.
El presbiterio está presidido por el coro y el órgano,
brillante, intacto, el suelo lleno de partituras sin usar,
que vuelan soñadoras hasta el transepto.
Si alzas la vista verás la bóveda de crucería,
los lejanos techos impolutos, intactos todavía.
Si das media vuelta y miras a la nave central
verás el tejado medio construido,
el andamiaje aún en pie, las columnas alzadas
en el gesto del que da la mano
sabiendo que en el aire va a quedar abandonada;
el pórtico desnudo y en gran parte demolido.
Creerás oír el fervor que pudo haber sido,
la letanía de las oraciones, de los cantos.
Creerás oler el incienso, o el incendio
de las ramas en el miércoles de ceniza.

Pero no... Mira otra vez hacia atrás...
Tras los manzanos y el altar, la piedra está desnuda;
se acumula, en pedazos perdidos de escultura,
de miles de fragmentos de brazos, genitales
y cabezas de mármol pulido, destruidos por fe.
También están los huesos de paganos, herejes,
brujas, indígenas, cruzados, musulmanes,
judíos, cristianos, ¡humanos!
Se entremezclan con las cenizas
de valiosos libros quemados;
de memorias de orgullo científico tragado;
de vidas extintas, de daño humano sufragado...

Lo sé, yo también he llorado.
Alza la vista y mira la grandeza
de esta catedral, aunque modesta,
aunque ruinosa, aunque no sea catedral.
Piénsalo y contesta a esto:
¿Cómo algo tan perverso y maquiavélico
puede crear tanta belleza sensorial;
tanta esperanza, tanta ilusión en el inocente?
¿Por qué les es más fácil creer mentiras
que beber del frío Duero transparente?

Llueve el cristal bajo las gotas de luna,
plata lunar golpeando vidrio negro celestial;
llueven estrellas de parsimonia acrecentadas
por mi mente de buceadora espectral.




*Frag. Rafael Alberti, Romeo y Julieta 3 (Sueño. Fracaso).

martes, 11 de noviembre de 2014

Todo es gritar

Me están agujereando el cráneo con un taladro eléctrico percutor de mano.
"Quédate quieta, quédate muy quieta, no grites, no protestes, 
esto es lo mejor para ti o no pasarás, no pasarás, no pasarás."
Dicen las voces mecánicas que reverberan a través del orificio en mi cabeza.
Noto al frío metal comenzar a violar mi mente y no sé...
No sé si callarme o protestar.
"No, no, no pasarás"
Miro las luces cegadoras de los focos del quirófano; cada vez alumbran menos.
De modo que protesto ante el dolor mental, dolor de cabeza, paradojas de la vida,
y me carcomo el seso yo también, ya que estamos, en una orgía cerebral.
¿Por qué?

Me odian, me odian, me odian, yo les odio.
No comprendo cómo han hecho de algo que amaba
algo un poco mejor que un infierno.
Me están torturando por ser yo, por querer vivir, y ahora, morir.
Me están taladrando el cerebro para expandir
alguna suerte de gilipollez restrictoria integral, argghhh.
Todo es miseria ahora mismo.
Todo es el eterno lamento del olvido, del reiniciar.
No paran de darle a mi hipotético botón de resetear.

No tengo cables, sino venas.
No tengo microchips, sino neuronas.
No tengo batería, sino corazón.
No pueden por tanto pretender dejarme en blanco,
pintar sus caprichos, que mande mi intelecto a la mierda.
¡Oh por dios, esto demuestra que no existe!

No pueden verme, no puedo dejar que me vean.
Quieren meterme en un manicomio escolar
donde ser yo misma es un delito,
donde es un delito llorar.
Necesito el frío.
No quiero alienarme, no quiero resetearme.
Quiero ser yo, y estar mal de la cabeza y dejar de morirme en vida.
"Exorcizamus te, omnis inmundus spiritus, omnis satanica potestas..."
¡Es lo que os falta por hacer, venga ya!

Y ahí está. Pasa por el pasillo con la mirada gacha, observando quién sabe qué poema
que las baldosas hastiadas de ser pisadas han escrito sobre su superficie de modo subliminal.
Pero ya nada es leve, y hay huracanes de viento, polen perdido de los árboles...
Pasa y se va, y no pasa lo que mira ni mira al pasar.
Miserere mei Deus, secundum magnam misericordiam tuam.
Misericordia es lo que necesito, pero no de dios, sino de todo.

Para ser antisocial primero hay que ser social.
Una vez mueres de asco por la esencia y la apariencia,
te das cuenta de que aunque berrees cual cabrero toda oveja te va a ignorar,
entonces, dices "qué coño" y comienzas a abstraerte y a volar.

Todo el mundo está sordo y mudo y ciego,
y me mira raro al pasar.
Estoy tirada en el suelo frío,
y el viento cortante me alivia el orificio craneal.
Respiro.
Elegía de una loca antisocial
que tiembla por los pasillos
mientras llueve dentro y fuera,
y todo es gritar.

jueves, 23 de octubre de 2014

Cantar del Agua















Cielo que te abres entre nubes,
mar que te entregas bajo las olas,
tierra que te balanceas sobre
las olas de fuego de mar ignota.
Cierro los ojos, y sigo viendo.
Grito, y el sonido no llega al viento

Quiero emanar de la roca helada
y serpentear y correr entre rocas rotas
y romperme en las tinieblas doradas
y renacer a la luz espumada...
Quiero yacer fluyendo hierática
y morir en la verde negrura salada.

Quiero serpentear desde los mares
y ondear en las espirales tumultosas
y destrozar como rizo gris,
y acariciar como invisible ánima...
Quiero aullar en las ventanas
y morir en la negrura algodonada.

Quiero precipitarme desde las nubes
y caer en un llanto de recién nacido
y fluir entre las rocas,
y acariciar las mejillas de algún niño...
Quiero adentrarme en la tierra
y morir en las profundidades cavernosas.

Gota a gota, milenio a milenio,
lloro desde la piedra a la piedra
y me formo de nuevo.

Cuando se hace en la cueva
la luz, el hierro y el daño, se
descubre una cariátide retorcida.

Me estiro del techo al suelo,
cadencia de gotas caen
en las sombras, melancólicas...
de mis cabellos a mis hombros,
de mi frente a mis ojos hinchados,
de mi nariz a los labios rictuosos.
Caen de la barbilla caída
al pecho hundido,
desde las puntas de los dedos.
Fluyen por el canal entre los pechos,
surcan el pubis yerto,
serpentean de las caderas a los pies.

Mujer de roca,
me contorsiono amargamente,
llorando eternas gotas
de lluvia y minerales,
con una eterna expresión
de lejanía en la mirada,
de dolor en la boca.






domingo, 12 de octubre de 2014

¿Quién Soy?

Es este un post de morriña, añoranza y echademenos escolar. El "¿Quién soy?" del curso 2014/15, para Francisco Casado.


Soy un ser de luz y tiniebla que habita carne virgen y corrompida. Mi DNI me llama Ana Moreno Ayala, pero ese no es mi nombre; es el nombre que me han puesto, aunque yo le responda por costumbre.
No tengo nacionalidad, ni dirección, ni código postal. Mi teléfono suele estar apagado o fuera de cobertura porque vago en el fondo de un profundo desfiladero. Es mi propio valle mental, tan oscuro que los de afuera no ven más que negro. 
Dicen que la luz es la verdad, y las tinieblas la ignorancia. Yo encontré sabidurías y desabidurías desconocidas en lo profundo de este valle. En cambio, cuando por aburrimiento trepo por los afilados peñones y piedras que enmarcan mi marca, y me asomo a la luz y al sonido, enmudezco y, aturdida, prefiero recluirme del gentío y de algunas verdades. Así, me vuelvo a internar consternada en las oscuridades, donde las tinieblas me arropan como madres hastiadas de las travesuras de sus hijos.

Suelo deambular entre los verdes álamos de la ribera en este valle, observando la vida y la muerte, la paz caótica de lo existente. Luego me desnudo -porque ante la verdad hay que estar desnuda- y nado en las suaves corrientes del río Sapiencia. Lamentablemente, soy torpe aún y siempre acabo hiriéndome con las rocas y zarzas del río y sus márgenes. Muchas veces me ha sorprendido la corriente con fuerza y me ha arrastrado lejos de lo que conozco, y no comprendo cómo algo tan benigno en un principio puede angustiarme y perderme tanto; castigarme por osada. Pero al final siempre me encuentro.
Cuando les apetece, las musas me acompañan. Me guían a lugares tranquilos, de ruinas devoradas por el tiempo y Lo Que Debe Ser. Ellas me susurran palabras al oído, y yo las escribo; allí sentada en ese remoto paraíso de humanidad y naturaleza, que permanecen en debida cópula.

No poseo nada; las cosas me poseen a mí. Me posee una casa de piedra, pizarra y hiedra que, cercana al río, me da cobijo en el nevado invierno y en el fresco verano, además de dejarme guardar en ella cantidades indecorosas de libros, papel y tinta. Yo a cambio, debo alimentarla con amor y lavanda de provenza. Me posee un huerto en el que cultivo, además de lavanda, melocotones, alegría, manzanas, melancolía y olor a tostadas por la mañana. En la entrada hay un cartel que dicta: "Cultivo publiprivado: Coge lo que quieras con discrección y consideración". También me posee un horno de piedra que reclama pan de tres kilos cada semana, y cuatro gallinas cluecas y dos vacas que me despiertan con huevos y leche cada mañana. Espero que la posesión de la vuelta, como las tortillas, y algún día todas esas cosas las posea yo de verdad. Ojalá.

En el río hay truchas que brillan bajo la lejana luna, pero no me temen pues no las pesco. Me alimento de un agua que me congela el cuerpo y calienta la mente. 
Duermo a veces bajo, sobre y junto a un lobo que vaga entre el mundo y yo. Sé que los lobos no son animales domésticos, así que le dejo ir y venir cuando puede. Yo siempre quiero que venga, y lo recibo con un gran lobuzno lametón. El resto de las veces, la mayoría, duermo acompañada por mis musas, que juguetean y se revuelcan para no dejarme dormir, así que tengo que escribir hasta que se calmen.

Me llamo Egoísta y Abnegada, Buena y Mala, Simple y Compleja, Comprensiva e Intransigente... Cada minuto, cada segundo, cambio de nombre, forma y color, como la aurora. De hecho, mi DNI debería llamarme Aurora Boreal.
Nací del sexo, y alguien nacerá del mío. A veces soy una anciana, otras soy un bebé, y otras, un término medio. Mi edad no está determinada porque en diciembre-enero de 1996-97 a mis padres, seres de luz y tiniebla extraordinarios, se les rompiera un condón. Mi edad responde a mis actos de Aurora Boreal.
Miro las estrellas y las musas me hablan de futuro, pero como son adivinas de pacotilla, nunca aciertan. Sé que quiero vivir. Sé que quiero aprender a nadar y no ahogarme en el río Sapiencia. Sé que quiero ver, aprender, descubrir cosas nuevas. Sé que no quiero quedarme quieta mientras no encuentre mi Ítaca. Sé que debo controlar mi fuego para no morir por combustión interna. No sé el resto de cosas; entre ellas, cómo poner una lavadora.

También sé que desde el día en que nací estoy muriendo; y aunque no sé por dónde pasará mi río, ni si habrá muchas cataratas por el camino, ni cuán largo será, sé que el mar me recibirá, llevándome a una negrura que sólo el recuerdo alumbrará.

-Ana.