jueves, 12 de marzo de 2015

La Búsqueda de Alacris

La luna yace en el cielo,
luminosa y fría como plata bruñida.
Las ramas la ocultan formando un gran velo,
que oculta su desnudez dormida.

Alacris flota, más que danza,
en un arranque de sonámbula perdida;
roza con los dedos la muerte,
roza con los dedos la vida.

Descuidada feérica, se mueve
como un junco mecido en la brisa
bajo sus pies la hierba la acaricia,
y en su garganta vaga la risa.

Sus ojos de granito buscan
algún tesoro perdido.
Sus labios liláceos susurran
un conjuro, un hechizo.

Palabras que evoquen su suerte,
y las armas que ha perdido.
No cesa su movimiento
ondulante como el agua,
tenaz como un martillo.
Como el fuego, como el miedo.

Alacris tienta a la suerte
y sigue al fuego fatuo,
que la ha vencido.

Fugaz susurro del Céfiro,
su cabello de plata ondula al viento.
El fuego fatuo se desliza entre los árboles,
Alacris se va, y se ha ido.

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